La pérdida perinatal afecta entre el 10 y el 20% de todas las gestaciones, siendo más frecuentes a principios del embarazo y registrando menor incidencia hacia el final de este. Uno de los factores de riesgo más importantes para una pérdida gestacional es la edad materna. Dada la alta ocurrencia de estos eventos, y que el 11% de las mujeres en España son madres luego de los 40 años, resulta prioritario diseñar y organizar la asistencia sanitaria para adecuarla a este escenario.
Este artículo se basa en los resultados del segmento cualitativo de un reciente estudio a metodología mixta. Gracias a una estrategia etnográfica que incluyó 600 horas de observaciones y 60 entrevistas en profundidad a usuarias, familiares y profesionales de salud de Cataluña, se detectó una brecha entre las necesidades específicas de acompañamiento y atención en los casos de pérdidas en el primer trimestre y los protocolos actuales en atención al duelo perinatal, diseñados para pérdidas ocurridas durante el segundo y tercer trimestre. Específicamente, mostraremos cómo algunos aspectos clínicos (la prevalencia estadística de estas pérdidas, el diagnóstico en urgencias, el manejo domiciliario de la expulsión, las características fisiológicas de esta expulsión, y la vinculación de la pérdida temprana con la infertilidad) dificultan aplicar a la pérdida temprana los actuales avances en acompañamiento a la pérdida gestacional.
En base a ello, sostenemos que la aplicación de los protocolos actuales a las pérdidas por debajo de las 12 semanas presenta importantes límites y se precisan líneas guías específicas para las pérdidas tempranas.