Este articulo explora cómo el desamor, lejos de ser una experiencia exclusivamente íntima o emocional, constituye un fenómeno espacial que reorganiza profundamente nuestras formas de habitar. A partir de la triada conceptual propuesta por Henri Lefebvre en “La producción del espacio”, se analiza como las rupturas amorosas transforman las prácticas cotidianas (espacio percibido), evidencian los órdenes hegemónicos del capitalismo emocional (espacio concebido), y dan lugar a resistencias afectivas desde la resignificación y la reapropiación del espacio (espacio vivido). Se complementa este marco teórico sobre el espacio social con la sociología crítica de Eva Illouz, quien denuncia cómo el amor ha sido mercantilizado y el duelo desplazado hacia la invisibilidad. En este contexto, el desamor revela las limitaciones de un sistema que celebra el amor romántico, pero no provee espacios legítimos para su pérdida. A través de este trabajo se propone interrogar la normalización afectiva impuesta por el capitalismo, y como el duelo amoroso se configura como un acto político de reapropiación espacial.