El 29 de octubre de 2024 la provincia de València vivió una catástrofe de una dimensión y extensión desconocida hasta el momento. La dana dejó más de 571 de kilómetros cuadrados arrasados, afectando a más de 89 municipios. Algunos datos muestran la magnitud del evento: más de 220 personas fallecidas, 1.500 kilómetros de carreteras y 99 kilómetros de ferrocarril arrasados, más de 4.000 edificios afectados, más de 120000 vehículos perdidos, etcétera. En un escenario marcado por el caos y la desorganización inicial, tanto el gobierno autonómico como el estatal evidenciaron una notable parálisis durante los primeros días posteriores al desastre. La demora en la implementación de los mecanismos de ayuda institucional provocó entre la población afectada un profundo sentimiento de desamparo y vulnerabilidad. Ante la ausencia de una respuesta efectiva por parte de las autoridades, miles de personas se movilizaron de manera espontánea para prestar asistencia en las zonas más afectadas, asumiendo funciones y responsabilidades que el aparato gubernamental no alcanzó a cubrir. Asimismo, se crearon redes de apoyo vecinales, proyectos de resiliencia y nuevos movimientos sociales.
En esta comunicación, presentamos los resultados de una etnografía en emergencia desarrollada durante los tres meses posteriores a la catástrofe de València. En ella haremos hincapié en la respuesta social tras la dana y en cómo las personas perciben y responden a estas amenazas en su contexto socioecosistémico. Entendemos que este fenómeno se suma a una serie de catástrofes recientes, que reflejan un patrón de crisis medioambientales y emergencia climática. La creciente vulnerabilidad socioambiental tiene diferentes respuestas desde abajo.
