Cuando Aina se encontró con su sobrino en la puerta de su casa, probablemente no esperaba que, dentro del sobre de papel marrón, él sacara un arma. «Vengo a entregarte el documento de la casa», fue el mensaje que ella recibió por Whatsapp, minutos antes de ser asesinada. En el centro del conflicto estaba la posesión de la casa que Aina había construido en el segundo piso de la casa de su hermano mayor, padre del joven.
Este es uno de los muchos episodios que ilustran la importancia de los documentos en las disputas por las viviendas en la comunidad periférica de Vila Nova, en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil. Al tratarse de una comunidad no formalizada desde el punto de vista legal, los habitantes no son reconocidos como propietarios legítimos de sus viviendas, aunque muchos de ellos residan en el lugar desde hace casi 30 años. Ante la dificultad para acceder a los mecanismos estatales, se producen y ponen en circulación diversos documentos, como contratos de compraventa, facturas de agua y electricidad e fotografías, en un intento por garantizar, controlar y estabilizar, aunque sea de forma precaria, la posesión de las viviendas. El objetivo de este trabajo es, por lo tanto, investigar cómo, a través de dichos documentos, se producen tanto formas de control como estrategias cotidianas para habitar la ciudad.
Esta propuesta forma parte de mi investigación doctoral en curso, en la que investigo las redes de distribución de alimentos y ayuda en esa misma comunidad desde el inicio de la pandemia de COVID-19. La metodología empleada es de naturaleza etnográfica, con trabajo de campo desarrollado desde 2018. El marco teórico se basa en el diálogo entre la antropología urbana, las teorías feministas interseccionales y la literatura sobre documentos y burocracias en los márgenes del Estado.