Esta comunicación explora el cruce entre literatura y antropología a partir de una investigación etnográfica centrada en experiencias de personas psiquiatrizadas y sobrevivientes de la psiquiatría, vinculadas al activismo loco y a los Grupos de Apoyo Mutuo. Aunque el proyecto no partía de un enfoque literario, mi trabajo se ha visto influenciado por textos literarios, paradigmas y arquetipos que han servido de estructura y marco conceptual para interpretar, narrar y habitar las experiencias compartidas en el trabajo de campo.
El arquetipo de Medea, La Divina Comedia de Dante o Alicia en el País de las Maravillas han sido fundamentales por los imaginarios que despliegan: metáforas poéticas que me han permitido pensar, trastocar y resignificar las transiciones personales y colectivas que han emergido a lo largo del proceso etnográfico.
Estas transiciones literarias me han ofrecido herramientas para reinterpretar la locura, abrir horizontes de posibilidad y renovar sentidos. La literatura me ha brindado un refugio y ha resultado ser una guía para encontrar mi propia voz etnográfica, permitiéndome transmitir emociones y evocar simbólicamente.
A su vez, las colaboradoras de mi investigación han recurrido, de forma reiterada, a la escritura literaria como medio para expresar y documentar sus vivencias. Sus relatos, cargados de fuerza y autenticidad, han creado nuevos códigos de lenguaje que han enriquecido profundamente mi estudio.
Este desplazamiento metodológico y epistémico hacia la literatura no busca delimitar los bordes entre realidad y ficción, sino habitarlos: como grieta fértil donde la antropología, lejos de perder rigor, se vuelve más porosa, más honesta, más viva.