Este trabajo aborda brevemente la continuidad en la forma de entender el espacio del pueblo saharaui. Mediante imágenes satelitales y una revisión de estudios etnográficos anteriores, he querido acercarme a las estructuras espaciales saharauis para comprender su carga política y simbólica. De esta manera, han emergido del “espacio” relaciones políticas, de parentesco y económicas, poniendo de relieve la capacidad del lugar para reproducir las estructuras sociales.
Desde una perspectiva histórica, a su vez, he podido comprender la forma en la que el pueblo saharaui ha recurrido a su “imaginario tradicional” para reestructurar el espacio en los campamentos de refugiados a los que han sido exiliados. Así pues, parece que el territorio persiste como referente ontológico y político, aun con la ausencia física del mismo. Por otro lado, cabe mencionar también los cambios que la situación de exilio y resistencia han producido en el seno del pueblo saharaui, que se ha visto reflejado también en su dimensión espacial.
El caso saharaui presenta un ejemplo de lugares con personalidad, no solo por la vinculación cultural con un lugar, sino por la capacidad del espacio de reproducir instituciones y estructuras políticas. La relación entre el pueblo saharaui y el espacio adquiere una dimensión dialéctica que trasciende la territorialidad.
Esta situación plantea una nueva línea de debate: la continuidad de la personalidad política de un lugar. Mi caso de estudio plantea diferentes cuestiones tales como: ¿es ahora Tinduf un nuevo lugar con personalidad política? ¿Y el territorio ancestral saharaui lo sigue siendo, a pesar de llevar décadas ocupado? ¿Cómo emerge o se pierde dicha personalidad política?