Durante el boom inmobiliario (1995-2007) se levantaron en Madrid los barrios residenciales conocidos como PAU, caracterizados por el urbanismo de baja densidad y las urbanizaciones cerradas. Al sur de la ciudad, en Carabanchel, el nuevo desarrollo se construyó como una prolongación de la antigua trama urbana, conectando los barrios de la vieja periferia obrera con la nueva periferia. Muchos jóvenes nacidos en los vecindarios colindantes se endeudaron para mudarse al enclave residencial.
Esta comunicación presenta una aproximación etnográfica a las prácticas que dicho grupo desarrolla en la cotidianeidad del nuevo barrio, conceptualizándolo como estrategias familiares de reproducción orientadas a mejorar las condiciones de vida y la posición social. Se analizan las disposiciones sociales que despliegan en diferentes situaciones y se exploran sus tomas de posición cambiantes. Afloran continuamente ambivalencias y contradicciones que nos informan del complejo entramado de vínculos y relaciones que comprometen a estos sujetos. Por un lado, el barrio obrero —su contexto de origen—, que ha ido cambiando con los años, experimentando transformaciones que se relacionan con el largo proceso de transformación de la clase trabajadora y sus vecindarios. Y por otro, el PAU —su espacio de vida—, un vecindario que inscribe en el espacio físico y social ciertas mejoras en las condiciones de vida. Podríamos hablar de una doble vinculación entre las viejas y las nuevas periferias que atraviesa las experiencias subjetivas de clase de este grupo social.
Los barrios residenciales con frecuencia han sido analizados con representaciones esencialistas y culpabilizadoras, donde la morfología del espacio aparece como un factor determinante y los habitantes como víctimas del aburguesamiento y del consumismo. Frente a dichas imágenes, esta etnografía propone un análisis alternativo: uno sensible a las estrategias prácticas desarrolladas por los sujetos y grupos familiares, y también a la complejidad que caracteriza sus experiencias de clase.