Este artículo explora cómo el espectro radioeléctrico —infraestructura invisible pero fundamental de la vida urbana— contribuye a la redefinición constante de lo que se entiende por centro y periferia. A partir de recientes transformaciones regulatorias en América Latina, particularmente en México, se analiza cómo la gobernanza del espectro se encuentra anclada en lógicas institucionales y lenguajes técnicos que delimitan quiénes están autorizados a intervenir en la configuración de la conectividad a Internet, y bajo qué condiciones.
Inspirado en el concepto clásico de secreto de Georg Simmel como mecanismo de organización social —y en sus aplicaciones contemporáneas en la antropología— el artículo argumenta que la gestión del espectro opera como un régimen cerrado de interpretación: un espacio donde el conocimiento circula entre actores restringidos, y donde la complejidad técnica funciona como herramienta de recentralización. Esta lógica no solo excluye, sino que reposiciona activamente a comunidades rurales, indígenas y no comerciales en los márgenes de la legitimidad, volviendo sus formas de habitar e imaginar la conectividad ininteligibles para los marcos institucionales dominantes.
Se analiza en particular el papel de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que mediante su estructura y normas procedimentales refuerza una geografía del control al privilegiar a los reguladores estatales y a los grandes actores corporativos. Lejos de ser el foro técnico neutral que declara ser, la UIT se configura como un nodo central en la organización global de los derechos comunicativos. Desde esta perspectiva, el espectro no solo aparece como un recurso en disputa, sino como un sitio crítico donde se prefiguran, autorizan y constriñen futuros urbanos—frecuentemente desde la distancia y sin participación de quienes habitan los territorios afectados.