La perspectiva de género, en su papel de promotora de transformaciones sociales, se ajusta perfectamente a esta visión reflexiva del Trabajo Social (Alcázar-Campos (2014). Incorporarla a la disciplina implica nuevas formas de abordar la realidad (Tobías, 2018). Este enfoque constituye el núcleo del Trabajo Social feminista (Dominelli, 2002), que exige una reflexión crítica sobre nuestras concepciones acerca de los roles de género, y promueve la búsqueda de alternativas en la intervención que, por un lado, cuestionen estas concepciones y, por otro, favorezcan la equidad de género (Guzzetti, 2012). En esta comunicación, analizamos la reproducción de la feminización del cuidado en la gestión y organización del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), centrándonos en el papel del Trabajo Social. A través de una metodología cualitativa basada en entrevistas en profundidad a trabajadoras sociales de las Comunidades Autónomas de Catalunya y Aragón, y a partir de conceptos clave como justicia social, el derecho al cuidado, el derecho a decidir sobre la manera que queremos ser cuidados y la interdependencia, revisamos las representaciones sociales de las trabajadoras sociales respecto a las personas que se consideran idóneas para prestar cuidados en los hogares.
Los resultados muestran que el SAD es percibido como un trabajo “de mujeres” tanto por las trabajadoras sociales como por las personas usuarias. Esto ocurre por la valoración del servicio como un nicho laboral feminizado, y por el respeto a las preferencias de las personas usuarias. Es necesario que el Trabajo Social promueva un equilibrio entre el derecho a la libre elección y la justicia social, evitando así la reproducción de roles tradicionales. Destacamos la importancia de incorporar la perspectiva de género en el Trabajo Social y proponemos el concepto de “autonomía relacional” (MacKenzie y Stoljar, 2000) que contempla la interdependencia y la responsabilidad social en las decisiones sobre los cuidados.