Abstract | Las tensiones que se describen en la presentación del simposio dan cuenta de la complejidad que reviste hoy el campo experiencial de las relaciones sexoafectivas, así como de la amplia diversidad de aproximaciones teóricas al fenómeno. No obstante, es fundamental agregar los matices que en cada contexto sociohistórico se presentan, dado que las herencias venidas del pasado así como el papel que juegan diversas instituciones son decisivas en la configuración del escenario en el que las vidas de las personas desarrollan sus trayectorias sexoafectivas.
El objetivo de la ponencia será dar cuenta de hallazgos, tanto teóricos como empíricos, venidos de investigación desarrollada en torno a la vida de pareja en lo que concierne a su vida sexual y su relación con los afectos y las emociones de adultos heterosexuales y urbanos en México, en particular, en la ciudad de Guadalajara, en Jalisco.
Algunos de los hallazgos empíricos revelan que, al contrario de lo que afirman las teorizaciones sobre la vida de pareja de autores como Anthony Giddens, Ulrich Beck y Elizabeth Beck o André Béjin, la sexualidad resulta una dimensión que, aún cuando pierda relevancia o desaparezca en la vida de pareja, esto no constituye una causa de ruptura, pues elementos como el compromiso o el poseer un alto grado de intimidad entre ellos son suficientes para permanecer a lo largo del tiempo. Tal situación confronta lo dicho por estos autores para quienes la satisfacción sexual de ambos miembros de la pareja constituye un elemento fundamental de su unión.
En paralelo con esto, también se descubre que la sexualidad no se cancela para las personas ni se agota en la relación de pareja principal, sino que se desarrolla de forma marginal a través de relaciones extraconyugales de diversa profundidad y duración, con las cuales la vida sexual se enriquece, se vuelve creativa, espontánea y les provee de gran satisfacción (Chaumier, 2006 y Haag, 2013).
Un tercer hallazgo encontrado es que en el imaginario de las parejas adultas el decaimiento o desaparición de la vida sexual no constituye un terreno de intervención en aras de mejorarlo o reactivarlo, sino que es auto explicado como producto del decaimiento físico y biológico que corresponde naturalmente a la edad y ante el cual no se puede hacer más que aceptarlo.
Tomando en cuenta fenómenos como los descritos, resulta fundamental desarrollar teorías acerca de las relaciones sexo-afectivas que den cuenta de una mayor complejidad que la que identifico en teorías a las que llamaré “optimistas” y “pesimistas”. Entre las primeras ubico a los autores mencionados antes, Giddens (1998), Beck y Beck (2001) o Béjin (1987) quienes caracterizan las relaciones contemporáneas por una mayor individualidad, secularización, igualdad y satisfacción para ambos miembros de las parejas. Frente a éstas, a pesar de constatarse evidencias de que tales tendencias están teniendo lugar en México, existen fenómenos de larga duración como la desigualdad genérica en torno a los roles de pareja, la prevalencia de estereotipos dicotómicos sobre las mujeres (buenas/putas) y un crecimiento de las labores reproductivas de las que la familia se debe hacer cargo dado el desplazamiento cada vez mayor del estado en cuanto a la proveeduría de salud, pensiones, guarderías, etc.
De este modo, una tendencia familiarista entra en tensión con el individualismo así como diversas desigualdades genéricas se vuelven más profundas; mientras efectivamente, el movimiento feminista es cada vez más relevante y la moral sexual se va secularizando progresivamente. Este familiarismo se ve recrudecido por la política económica en turno que, lejos de proveer derechos, atribuye las labores de cuidado y crianza a las mujeres, al tiempo que éstas se incorporan al mercado laboral progresivamente, pero en términos de desigualdad salarial y precariedad. Tal situación confronta otro de los principios enunciado por estas perspectivas, pues la libertad para mantener la relación de pareja o terminarla y emprender otra nueva, se ve limitada o coartada por la ausencia de autonomía económica para ellas.
En el segundo conjunto de teorías a las que llamo “pesimistas” ubico a Zymunt Bauman (2005) y a Eve Illouz (2020) para quienes el fin del amor ha llegado. En su perspectiva, las personas ya no buscarían comprometerse en relaciones de largo plazo por mantener una libertad de consumo ilimitada que siempre les permita buscar el jardín más verde, o porque el mercado y la tecnología han invadido la esfera de lo íntimo a un grado en el que lo común de las relaciones sexoafectivas sea abandonarlas. Lo encontrado en México revela que las personas insisten reiteradamente en encontrar relaciones estables, duraderas y comprometidas. En suma, el mosaico que brinda la vida sexual en las parejas en México expresa innumerables tensiones y contradicciones que resulta muy importante analizar y teorizar con planteamientos que den cuenta de numerosas contradicciones.
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