El don del trabajo gratuito: el usuario-voluntario en los programas de asistencia social

Manolo –-54, joyero-artesano cordobés en paro-- llevaba dos años como voluntario a tiempo completo de Cruz Roja, y era usuario en el programa de Lucha contra la Pobreza (Lucha) desde hacía tres. Tenía mayor acceso a los recursos de Cruz Roja que otros usuarios: alimentos, ropa, y cursos del programa de empleo. Durante seis meses, Lucha le pagó el alquiler de una habitación en un piso compartido. Esta relación «privilegiada» acabó cuando le sorprendieron ayudando a cargar (sin autorización) prendas del ropero en el coche de otro voluntario. La relación entre Cruz Roja y Manolo --tras unas semanas de tensión, y éste durmiendo en un parque-- continuó, pero reducida al programa de inmigración en «asentamientos». Desde entonces, Manolo ha alternado la «caridad» de Cruz Roja con la «caridad» de conocidos para sobrevivir sin «trabajo».
El trabajo gratuito (como «don» se ha convertido en una forma de «ciudadanía ética» (Muehbelch 2012). A la vez, refleja el giro neoliberal en la asistencia social, de la caridad a la condicionalidad de las ayudas basadas en la relaciones de reciprocidad (devolver el «don» de la ayuda) que se intenta establecer entre los usuarios y las organizaciones asistenciales (Dickinson 2019). No exento de tensiones motivadas por una precariedad típicamente neoliberal, el carácter contradictorio y ambiguo de la figura del usuario-voluntario refleja la intersección de esos dos procesos sociales.
Justificado por ser visto como individuo merecedor de ser ayudado (ciudadanía ética), el usuario-voluntario encuentra un modo de vida realizando trabajo gratuito a la espera de dar el salto a un empleo asalariado mediante la mediación de la organización asistencial. Éste seguirá siendo precario, pero sin la ambigüedad que presenta el trabajo gratuito.